COMPRA VENTA DE NUBES

Gracias a todxs los lectores que pasaron por aquí.
Este negocio se cerró en 2008

20. Rascacielos en vez de nubes


No puedo soportar por más tiempo esta ciudad, ni sus nubes mañaneras por debajo de las cuatro moles de hormigón y cristal que aquí están construyendo. Para algunos son bonitas, «de metrópoli avanzada», según dicen, pero para mí no son más que las cuatro puntas afiladas de un tenedor oxidado.
Todos los días, en los atascos kilométricos que padezco para ir a trabajar, tengo que digerir su babélica forma durante algo más de una hora. Las siento tan ridículas como regalarle una antena parabólica a una familia de nómadas.
A veces me entran ganas de subirme a la torre más alta y saltar al vacío, sin nubes que me detengan. Mi Otro Yo, un tipo trajeado que aparece de la nada en mis peores momentos, siempre tiene que poner la puntilla a mi rabia desde el asiento del copiloto:
―Ten cuidado ―me recrimina―. Esos pensamientos son el preludio de un suicidio.
Cuando me dice cosas así, agarro fuerte al volante para no tirarme a su cuello y apretar del todo el nudo de su corbata. Después, me calmo, respiro, lo miro con desprecio y de vez en cuando soy capaz de contestarle, como hoy.

―¿Preludio de un suicidio? ―le he dicho―. Lo que es un suicidio es seguir viviendo en esta ciudad.

No hay comentarios: