En un atardecer naranja sobre el océano plateado,
con una varita mágica que baila cumbia a merced
del viento templado
y dé minúsculos toques sobre las crestas más
empinadas de las olas
que después esparcen miles de estrellitas doradas
hacia mar adentro,
ahora es donde me encuentro.
Pero sin nadie que quiera comprar nubes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario