Me
he quitado mis chanclas negras y las he colgado en la pared del salón, como si
fueran un cuadro. Así podré verlas todos los días y sabré por dónde piso. El
problema es que están colocadas como si caminasen hacia abajo, mirando al
suelo. No me ha gustado verlas así. Creo que, ahora, mi camino es hacia arriba,
buscando el azul lejano. Sí, junto a las nubes.
Pero
después he mirado mis pies. Estaban descalzos, libres. Entonces me he dado
cuenta que no se trata de caminar hacia arriba o hacia abajo, descalzo o con
zapatos, sino que sólo se trata de caminar, sintiendo que la tierra se mueve
debajo de nosotros.
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